8 de julio de 2008

Qué tal si...

Se dice que el hubiera no existe, pero para la política en México parece que el hubiera lo es todo, al menos en su nivel más elemental y superficial. Concretamente, me estoy refiriendo al binomio Andrés Manuel/Felipe Calderón. Andrés Manuel aún no ha muerto para la política cotidiana del país (y seguramente no lo hará en mucho tiempo). Por política cotidiana me refiero a la política del día a día, de los cuidadanos, de los mexicanos. Es muy común que cuando alguien manifiesta su rechazo por Felipe Calderón o por Andrés Manuel, surgan las suposiciones sobre qué hubiera pasado si... AMLO hubiera sido presidente de México (con el perdón de quienes piensen que lo es, y me incluyo).

En primer lugar, y antes de comenzar con el análisis sobre las posibilidades de aquél intrigante presente alterno, haré énfasis sobre lo corrosivo para el desarrollo político del país de dichas suposiciones. El origen de las creencias políticas en torno a los personajes de la vida pública del país es decepcionante. Por un lado se encuentran los medios de comuniación, que en vez de informar se encargan de asustar a la población con spots falaces, sesgando la información, otorgando preferencias a los candidatos que más les convengan, o peor aún, con los que (anteriormente) más dinero les daban o tenían. Por el otro lado está la falta de interés político de la población. Una población que aún no logra encontrar el vínculo de la política con su vida diaria, por lo tanto, todos los asuntos de interés nacional se quedan solamente a nivel general y no logra alcanzar el nivel individual que tanto requiere. Es así como la combinación fatal de los medios de comunicación con la falta de politización de la población, dan origen a creencias, suposiciones y demás estereotipos sobre la política del país.

En segundo lugar está la misma naturaleza de los supuestos. Supuestos, que por el sesgo de origen, son irracionales, provienen de una falta de conocimiento histórico inmediato del país, y tienen serias repercusiones. Ellas desencadenan dos eventos fatales. El primero de ellos es la radicalización. Para los radicales de cualquier bando la oposición como la conocemos no debería existir, pues supone trabas para sus esquemas políticos. Es claro que uno de los principios democráticos más básicos es la importancia de la oposición, pues eso hace la diferencia entre un gobierno autocrático de uno más plural. Ahora bien, la pluralidad es importante para la legitimidad de los gobiernos, pues ésta genera concenso entre la población. Sin embargo, con partidos radicales en el páis pensar sobre concenso es solamente un lindo sueño. La segunda tragedia para nuestra política es la división, pues se deriva directamente de la radicalización. Un gobierno dividido significa un gobierno impotente, situación clara para el gobierno de Felipe Calderón. Su gabinete es uno de los más herméticos que ha tenido México. Solamente sus más cercanos tienen la posibilidad de dirigir el esquema político del país, y cuando alguno de ellos (como Mouriño) comienza a gangrenar al organismo, se prefiere hacer caso omiso en vez de cortar y encontrar una prótesis que le permita vivir. Ejemplos de división en México hay demasiados, lo importante es entender que este fenómeno no es algo positivo.

El día de hoy el Washington Post publicó un artículo basado en la pregunta de un ciudadano estadounidense. Aquél despistado llamado Gordon Schesel preguntaba que si Al-Gore hubiera sido presidente de Estados Unidos en 2000, los ataques del 9/11, la guerra con Afganistán y la guerra de Irak no hubieran sucedido. Sintéticamente, la respuesta del periodista Andrés Martínez fue la siguiente (Son solamente los puntos más destacados y la versión que proporciono es resumida, es claro que los orígenes de las guerras y los eventos del 9/11 son mucho más complejos):

Los eventos del 9/11 sucedieron en gran parte for fallas de inteligencia, en el extranjero y en el país, en aeropuertos, en embajadas, en las capitales de otros países, y básicamente a que la administración de Bush consideró correcto el esquema de seguridad establecido desde la presidencia de Clinton, junto con el jefe de la CIA George Tenet.
La guerra con Afganistán por lo tanto sería consecuencia lógica de los eventos del 9/11.
La guerra con Irak pudo haber sido evitada, si bajo el supuesto gobierno de Gore se hubieran destinado más recursos con Afganistán para capturar a Osama Bin-Laden, entonces se hubiera considerado seriamente no ir a guerra con Irak.
Además dicha guerra tenía sus bases en el gobierno de Clinton, cuando se acusó a Saddam Hussein de poseer armas de destrucción masiva.

El artículo completo se puede encontrar en el siguiente link: http://blog.washingtonpost.com/stumped/ y se titula "Assessing the Gore presidency".

Lo importante de la respuesta del periodista del Washington Post es que a pesar de haber habido dos presidentes con visiones distintas sobre la política internacional, los resultados fueron los mismos. Esto se debe a dos situaciones muy particulares. La primera es que los eventos históricos van construyendo el futuro, es decir, existe una inercia histórica muy fuerte que genera eventos ineludibles. La segunda y más importante aún, es que la diferencia entre política nacional y política internacional debe ser tomada seriamente en consideración. Esto se debe a que los actores de toma de decisiones como jefes de Estado, gabinetes, instituciones, etc. Tienen diferentes relevancias a diferentes niveles de política. Por ejemplo, el presidente Hugo Chávez, de izquierda política, tiene serios roces con el presidente George Bush, de claro corte neo-liberal. Sin embargo, sus relaciones comerciales se encuentran mejor que nunca, especialmente en el sector de los energéticos. Esto significa que a pesar de tener fuertes divisiones ideológicas, es más fuerte la relación comercial entre los dos. Por lo tanto, es posible concluir que mientras haya razones de peso para continuar con la relación, por muchas diferencias que haya, se continuará.

Para el caso mexicano sucede lo mismo. Si AMLO hubiera sido presidente, probablemente hubiera cambiado mucho el esquema nacional. Se hubiera dado prioridad a sectores más populares, hubiera habido más presión al sector empresarial y el gobierno hubiera tomado tintes (pero solo tintes) de una izquierda más fuerte. A nivel internacional, dudo mucho que hubiera habido serios problemas tanto en lo político como en lo económico. En gran parte porque los que toman las decisiones internacionales no solamente son los presidentes, sino también la cámara de senadores, donde el PRD no es mayoría. Un posible contra-argumento es que el mismo FAP demeritó a las instituciones, seguramente una coalición entre el PAN y el PRI hubieran hecho lo mismo para frenar cualquier cosa que no les pareciera. En lo económico la relación con otros países seguiría siendo casi la misma, pues México tiene firmados cerca de 43 TLC's y acuerdos bilaterales de cooperación. Donde sí hubera cambiado la situación es con las televisoras, aunque sin duda hubieran reaccionado, y como hasta ahora, y como dice la canción "con dinero y sin dinero hacen siempre lo que quieren, y su palabra es la ley," pues son los reyes de México.

2 comentarios:

aló dijo...

Mi estimadísimo, estoy de acuerdo contigo en los lineamientos generales de tu escrito. Espero poder concretar algunas precisiones.
El "hubiera" existe tanto como el que está escrito hace nueve palabras. En términos sintácticos ahí está y en términos socio-lingüísticos es uno de los conceptos, creo yo, más arraigados en el imaginario colectivo mexicano. Es así que, como señalas, no sólo es en un nivel superficial sino profundo. Para algunos un "concepto" (como abstracción y realidad) pudiera parecer insignificante, pero citando a un filósofo llamado Slavoj Zizek: es en la apropiación de los términos, indudablemente ligados a lo ideológico, donde se ganan y pierden batallas.
Lo simbólico pesa mucho. Demasiado. Habrá que preguntarle a Felipe Calderón y sus dificultades para afianzarse como una figura de autoridad, al IFE y su resolución hacia el PRD para dejar de llamar "legítimo" a AMLO, entre otras cosas.
Efectivamente, Andrés Manuel no desaparecerá de la vida política, y estoy seguro que de la historia reciente mexicana, en la medida en que está lejos de representar sólamente a un candidato de oposición durante una contienda electoral. La esencia de su existencia en esta coyuntura política devela un México agraviado, lastimado, excluído. Un sistema electoral rebasado y un mecanismo político lleno de contradicciones. De ahí que las extensiones de una democracia, como lo son los medios de información, jueguen un papel mediocre. No es en sí el medio sino su uso dentro de un sistema disfuncional que propicia, fomenta y encubre irregularidades.
Sabes, creo que los supuestos, a pesar de ser corrosivos algunas veces, son inmanentes a la naturaleza humana. Y no es necesariamente por ocio o falta de información. La percepción también es parte importante de la política (lo dijeron en Primer Plano jaja). Es decir, una serie de índices que dan pistas de lo que pudiera ser. El gober precioso se ve corrupto, actúa como corrupto y asegura que no es corrupto. Ah caray.
Compañero, colega, camarada. Has abierto, con tu blog y tus reflexiones, un electrón alrededor de un núcleo. Una carga de energía con infitas posibilidades de posicionamiento en tiempo y espacio. No será posible determinar ambas al mismo tiempo. Tienes toda la razón en encuadrar la radicalización en un callejón sin salida. Sin embargo sostengo con convicción que hay posiciones en las cuales no se puede tener tibieza. Principios no negociables. Imperativos categóricos. Los que lean esto, ya sabrán a qué me refiero.
Teniendo algunos principios sociológicos básicos, es posible trazar -con sus debidos matices- el rumbo del gobienro de Calderón. Al carecer de legitimidad de orígen, y siendo esta un principio fundacional de autoridad, sus acciones estarán guiadas por el miedo. Miedo a perder popularidad, adeptos, consensos, elecciones, posicionamiento, poder político, margen de maniobra, estabilidad, gobernabilidad. Conceptos, muchos, en el terreno de lo simbólico con capacidad fáctica de incidencia en la política nacional.
Un abrazo hermano.

Unknown dijo...

Primero que nada, dejame agradecerte por tan brillante comentario. Me permitió ampliar un poco más mi visión sobre la importancia de los conceptos como entes simbólicos para la política. Y, con tu estilo muy particular de escribir, quedé maravillado. ¡Gracias!
Sin embargo, hay algo que mencionaste en lo que no estoy totalmente de acuerdo y es lo que sigue: "No es en sí el medio sino su uso dentro de un sistema disfuncional que propicia, fomenta y encubre irregularidades". ¿De verdad crees que no sea el medio en sí mismo? Vamos, no me refiero a que LA televisión, EL radio sean los culpables, sino a que TELEVISA, TV AZTECA, PRISA, etc etc. son los medios culpables de muchos encubrimientos, irregularidades, negocitos bajo la mesa, tranzitas y tranzotototas. Te dejo esta precisión para ver qué es lo que opinas.
También me llamó la atención el siguiente punto: "los supuestos, a pesar de ser corrosivos algunas veces, son inmanentes a la naturaleza humana. Y no es necesariamente por ocio o falta de información. La percepción también es parte importante de la política". Sí, de acuerdo, los supuestos son parte de nuestra naturaleza, incluso hay "supuestos científicos", por así decirlo, muy importantes que son los llamdos axiomas. Dichos axiomas difícilmente pueden ser refutados debido a su propia naturaleza. En ese sentido entiendo que haya supuestos que den sustento a la política, pues son el principio de la pluralidad, de la diversidad y eventualmente del consenso. Sin embargo, creo que los "axiomas sociales" no se han definido aún, y para la política más elemental se encuentran vinculados al sentimiento colectivo respecto de un candidato u otro, de una política u otra. Es así como los medios de información juegan un papel sumamente irresponsable en México, generando un notorio o notable favoritismo por un candidato, sesgando, corroyendo a la mayoría de la población.