18 de mayo de 2008

Comercio, México y Estados Unidos ante los problemas de renegociación del TLCAN

No hay duda de que el comercio internacional genera beneficios para los países que participen activamente en él. El principio de ventaja absoluta de Adam Smith y el de ventaja comparativa de David Ricardo representan las bases más generales de dicho comercio. Con estas bases la mayoría de los países han evolucionado de sociedades mercantilistas a sociedades más abiertas en el aspecto económico. Para el caso particular de México, las relaciones económicas con Estados Unidos son particularmente importantes, pues es nuestro primer socio comercial, el país más poderoso del mundo y nuestro vecino del norte. En 1994 entró en vigor uno de los tratados más importantes para México en lo que respecta a sus relaciones económicas internacionales, es el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). El TLC tiene como objetivo principal crear una zona de libre comercio que beneficie a los consumidores de los tres países con base en el principio de ventajas comparativas, de esta forma, los productores de la zona podrán encontrar mercados más grandes para sus productos y por lo tanto mejorar sus ingresos. La zona plantea la gradual eliminación de barreras tanto arancelarias como no arancelarias para el libre tránsito de las mercancías producidas en la región. Originalmente se plantearon tres etapas para la eliminación de las barreras tomando en consideración la importancia estratégica de algunos productos, los que conservarían algunas medidas proteccionistas hasta el año 2008. El tiempo de eliminación de barreras ha expirado, los resultados de 14 años de entrada en vigor del tratado están disponibles para cualquier curioso de la economía nacional, investigadores, políticos y cualquier persona que desee conocer el estatus económico del país.
Existen muchas perspectivas sobre lo que han significado las gráficas, las largas series de datos, los números, las cuentas, los pagos, el superávit comercial con Estados Unidos principalmente, la migración, el bienestar, y en general lo que vivimos día a día en México con relación al tratado. Ambas perspectivas han tomado tristemente una radicalización política reduccionista casi irreconciliable. Y es que la economía no puede ser comprendida sin la política y viceversa. Todavía a mediados del siglo XX, en la física se estudiaba al magnetismo separado de la electricidad, pero se descubrió que debían ser estudiadas como un mismo ente debido a su estrecha relación, es decir, ahora se estudia el electromagnetismo. Lo mismo pasa con la política y con la economía, no pueden ser estudiadas a cabalidad por separado. En México esto es uno de los problemas más graves en relación con el rumbo que deba tomar el país en el área de sus relaciones comerciales internacionales. La izquierda mexicana se encuentra dividida y fragmentada como siempre, no tiene la más remota capacidad de conciliar intereses al interior, situación que nos hace pensar ¿entonces como podrían llevar a cabo negociaciones a nivel internacional? Además existe un representante de izquierda que ha llamado a la desobediencia civil y a la falta de respeto a las instituciones, que nos hace pensar ¿podemos confiar en alguien así? La derecha por su parte no encuentra otra forma de legitimidad que utilizar a los medios de comunicación en su favor y crear todo un ambiente de desinformación. Considera que las fuerzas del mercado por sí mismas habrán de llevar al país a un mejor destino, como si la historia de 1982 a la fecha no hubiera existido. En el periodo comprendido entre 1970 y 1982 con un régimen de control al comercio exterior el crecimiento anual del PIB fue del 6.9%, en contraste con el régimen de apertura unilateral de 1993 cuando el crecimiento del PIB fue de 1.6%. Además sobran ejemplos de corrupción, duopolios mediáticos, monopolios telefónicos, malos servicios bancarios, bajos salarios de los trabajadores, descontento social y deterioro general. Esto también ataca a lo que defiende la izquierda con sindicatos mañosos, corruptos, minorías arcaicas, etc. Y todo aquello, ¿necesariamente significa que las fallas de unos deban ser argumento suficiente para demeritar sus argumentos? Parece que en México sí. No es un asunto de perdonar, o de negar al otro simplemente por pensar diferente, es actuar.
El problema de México como en muchos otro países es el de la conciliación de los intereses privados con los públicos. Hay dos perspectivas como se mencionó anteriormente: la del Estado Mínimo y la del Estado Interventor. Lo que hay que entender es que para que México pueda ser competitivo a nivel internacional en un mundo globalizado, sin dejar a un lado el desarrollo social se deben encontrar estrategias conjuntas. La gobernabilidad en México mucho tiene que ver con el desarrollo de la economía en la medida en que se logre ajustar a nivel nacional los interés públicos formales (el Estado) los públicos informales (la sociedad civil) con los privados formales (capital privado). A nivel internacional también se deben tomar en cuenta los nuevos actores en la toma de decisiones como las organizaciones no gubernamentales, las empresas transnacionales, y los organismos intergubernamentales. Todo ello desembocará en mejores planeaciones, un nivel mayor de democratización de las instituciones, mejoramiento institucional, consolidación de legitimidad de los decision-makers, y consenso en la población.
Pero, además hay problemas “del otro lado”. Parce que los candidatos demócratas a la presidencia de Estados Unidos, Barack Obama y Hilary Clinton piensan dar marcha atrás al TLCAN. Que lo hagan significa dos cosas para México. La primera es que no necesariamente sería una renegociación beneficiosa para el país, seguramente si a ellos no les parece algún aspecto del tratado, es porque afecta sus intereses y no los nuestros. Así que para todos aquellos anti-tratado-de-libre-comercio, no necesariamente son buenas noticias. La segunda es que debemos prestar total atención. Nos guste o no, tenemos un superávit comercial con el país más grande del mundo en gran medida gracias al tratado. Que se “eche para atrás” significaría para México un mayor deterioro en la balanza comercial con aquél país, que curiosamente es nuestro principal socio comercial. Sabemos que ambos candidatos han incurrido en fallas discursivas, incongruencias y demás, pero eso por el momento son especulaciones, lo que importa en realidad es lo que piensan ahora.
Finalmente, hay un párrafo particularmente interesante en el texto de John Bailey titulado “Réquiem por el libre comercio” que dice: “Si el gobierno de Estados Unidos pierde el interés en promover el comercio, es difícil pensar dónde podría provenir el liderazgo en materia de política comercial”. A principio de los años 80 Robert O. Keohane, un reconocido académico escribió la “teoría de la estabilidad hegemónica”, donde plantea que en gran medida la estabilidad monetaria, económica, petrolera y comercial dependían de Estados Unidos. Sin embargo, en sus notas finales argumenta que a pesar de que EU pierda interés en el comercio, difícilmente podría desencadenar algún cambio brusco en la estructura política. No obstante, es una tesis interesante puesto que nos hace reflexionar sobre la gran dependencia que tenemos con aquél país, sobre el rol paternalista que ha tomado su política exterior hacia México y sobre el papel de liderazgo en la región. México no debería solamente depender de EU para el comercio, el sur del continente representa un gran mercado para los productos nacionales, y no debería perder de vista que, cualesquiera que sean las políticas que tome con respecto a la apertura comercial tiendan a la mayor apertura posible, pero haciéndolo con cuidado, con meditación, con información, con interés. Después de todo México lo vale.

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